Una pieza fuera de juego


Un día despiertas y eres una pieza de ajedrez. Juegas en un mundo cuadrado, en blanco y negro. Diseñado por alguien que se inventó las reglas. Te dictan los movimientos que puedes realizar y de la forma en que puedes moverte. Te deslizas y tratas de avanzar. Contemplas posibilidades y desconfías de los movimientos a realizar, por si sea la última vez que te puedas mover. Una sociedad inerte donde la relación entre las piezas es lo de menos, tan solo la estrategia, quien come y a quién vas a comer. Sin embargo bajo la forma y las instrucciones piensas y sientes. No anhelas, ni ansias la victoria. Una pieza que por más que intenta hacer muy bien su papel, no sabes cuál es. ¿El bien contra el mal, o la lucha entre iguales?

Un día aparece una pieza de otro juego. Es de diferentes colores, camina, se salta los movimientos preseleccionados para todas las piezas. Y lo que es peor, pisa las rayas que delimitan las casillas. Se planta en medio del tablero y pregunta, cuestiona y pone en duda el orden de las piezas. No entiende la rigidez de todo, el encasillamiento, por qué todos tienen miedo de hacer o decir. El mundo no es esto, no era esto…

Quizá sea que todos somos un poco esa pieza, quizás sea que esa pieza de otro juego, de otro mundo, es la que nos rescate un poco de este. Quizás estemos en el juego equivocado. O tal vez el juego siempre se puede cambiar. Eso solo lo decides tú.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Como Alicia en la madriguera del conejo

El Rey Mono

Un mundo sin máscaras