Viajes, por Julio Cortazar
Cuando
los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las
siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la
calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la
comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así
como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital
y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.
Terminadas estas diligencias, los viajeros
se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y
entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y
danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los
famas".
Cuando los cronopios van de viaje,
encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos,
y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios
no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y
a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima
ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que
ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como
viajan los cronopios.
Las esperanzas, sedentarias, se dejan
viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a
verlas porque ellas ni se molestan.
Historias de Cronopios y Famas. Julio Cortazar
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