Un dia en una isla thai
Levantarse cuando a la luz del astro sol le toca pasar por tu
cama, romancearle unos minutos más, salir de la cabaña, a unos metros el mar
ruge como lo hacía anoche con el silencio de la luna, con los ojos aun nostálgicos
de los sueños nocturnos ahora asimilan los diurnos, me dirijo al agua, a la
entrada, los restos de coral refinado del reino de Poseidón sustituyen las
melancólicas piedras valencianas, hola buenos días señor y señora pez, bonitos
colores por cierto, hacen juego con el turquesa de su casa, un manto de coral
te recuerda que bajo tu pies has de tener cuidado, este no es tu territorio
estas de prestado, pero posiblemente sea unas de las mayores preocupaciones que
tienes.
Salir del agua una mariposa te saluda, grandes portadoras de consejos y
señales, hoy será un buen día, las palmeras vibran y murmuran alguna cosa, es
temprano para entender su lenguaje, aun soy un medio humano necesito mi dosis
de breakfast para ser un simple mortal, luego os escucho, aunque posiblemente será
algo sobre el clima de la isla, aquí el alba trae el buen tiempo, el ocaso las
nubes y en ocasiones lluvia. Esperemos esta tarde nos permitan volver a
presenciar la puesta de sol, esos irrepetibles colores pastel que cambian
cada minuto son tan mágicos.
Camino hacia el restaurante aquí las estructuras están integradas
con la naturaleza, madera, piedra y bambú son básicamente lo mas común, cabañas
y bungalows escalan las piedras de las arboladas montañas, tomo asiento, el
viento agita los tintineantes corales que cuelgan de las vigas de madera, pido
mi desayuno a la señora de los ojos rasgados y un día mas en el paraíso por
favor.
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