Madurito sexy

Un reflexión u observación en pleno vuelo, en un baño compartido de un albergue marroquí, en un espejo ajeno y lejano...
Casi a la par que encuentro las entradas mas pronunciadas en el sendero abierto de mi frente, he descubierto un reducto de rebeldes cabellos albinos. Se encuentran en un recóndito poblado, entre distinguidos compañeros de color negro azabache, justo en la parte superior a la entrada de los sistemas auditivos. Han aparecido en bastante cantidad, siempre se habían presentado de a poquito. De a uno han podido ser eliminados de forma paulatina y automática, pero esta noche es como si se pusieran de acuerdo en aparecer majestuosos y brillantes cual perlas marinas o canicas de nácar. Al principio la terrorífica sombra de la edad me ha invadido, presuroso me he precipitado a coger algún objeto cortante y dar cuenta de ellos, a falta de mi mas temible arma, las tijeras de peluquero, que tan útil uso les di en "el viaje". En su ausencia me he obligado a usar una poderosa arma de corta distancia, el cortaúñas, temible corte pero no diestra en el combate cuerpo a cuerpo contra cabellos. La batalla ha sido cruenta, los sinuosos enemigos se agazapaban tras compañeros de elegante y distinguido color negro, los cuales no era fácil mantener aislados, se aferraban a ellos como un soldado nord-vietnamita se escondería del poderoso enemigo americano, con uñas y dientes se sujetaban a la única oportunidad de salvar su existencia, acompañarse de algún teñido amigo oscuro. La batalla ha sido sanguinaria, multiples daños colaterales han sufrido la operación mas salvaje de mis últimos años, en la extinción de rebeldes de tez canosa. Ante la aberrante contienda una idea surge de mi interior, justo al otro lado de la batalla en el interior de mi cabeza, el servicio de inteligencia empieza a mandar mensajes de paz, - Tal vez sea la temporada, decía, - Al igual que la caída de cabello, puede ser que tenga su época. El mensaje coincide con la caída sistemática de grupos de combatientes negros a la entrada de la frente, que ya se venia dando, -Tiene usted razón, respondo en un breve mensaje al comité central del cerebro con las raudas compañeras neuronas. Pero este mensaje no contiene un alto el fuego, la batalla se ve refrenada pero continúa el ataque. El enemigo no se deja dominar, la ardua contienda ya lleva un exceso de daños, que no siendo trágico ni irreparable, va siendo fuertemente inadmisible para tan solo un día de batalla. El servicio de inteligencia lanza el segundo y definitivo, ahora si, alto el fuego, - Tal vez sea lo que toca ahora.- contiene el mensaje. - Es posible que sea la hora de dejar crecer los designios de la edad.- Quizá no sea tan horrible compartir la vida con este cabello hasta ahora disimulable, tal vez sea la hora de convertirse en un madurito sexy, como un George Cloney o el mejor James Bond de la historia, Sean Conery, tal vez sea el momento de asumir que nadie se zafa de la edad, pero que la maduración exterior puede ser una transformación a mejor. Tal como dice woodie allen yo prefiero ser un distinguido canoso a un elegante calvo. - convincente. Dice mi segundo mensaje, que presurosas las neuronas transmiten al satisfecho cuartel general. Así que se alza la bandera de la paz, de color blanco por cierto y con cierto aire burlón y una retirada que ni mucho menos definitiva, damos un descanso silenciado con aroma de pseudo victoria como el imperio americano abandonó Vietnam un abril del 75.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Como Alicia en la madriguera del conejo

El Rey Mono

Un mundo sin máscaras