Deambular por el desierto
Deambular por el desierto a lomos de un rumiante jorobado,
vagar por tierras ajenas, entre dunas
color melaza y áridas tierras doradas, con miradas y ojos atónitos en contadas
ocasiones. Que sensaciones produce un viaje por parajes desérticos cabalgando
un ejemplar de camello indio, rienda en mano, civilización impalpable entre los
pueblos pakistanís e indios. Durante dos puestas de sol y dos amaneceres,
acompañado por nuevos desconocidos en lenguas ajenas y rápidas. Solos, con la
escasa naturaleza conviviendo en armonía, conduciendo los poderosos y
testarudos animales, solo parando para hacer un alto en el camino, para
cocinar, comer, descansar y pernoctar, y pensar bajo un cielo abrasador por el
día, pero reconfortante, y bajo un oscuro cielo por la noche pero con la eterna
luna que nos arropa con su tenue luz. Una experiencia inolvidable al alcance de
los que se acercan a probarlo, una sensación de descanso que abraza a los que
se atreven a vivirlo.
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