Chengdu y los pandas

Esta curiosa ciudad que no es que sea muy diferente del resto, pero no deja de ser ciertamente acogedora, no trata de ser excesivamente magnifica como pudiera ser otras, pero no alberga unos barrios ensombrecidos por la dejadez y el olvido.  Existen  varios destinos interesantes alrededor de ella, como pueda ser uno de los 4 picos sagrados más importantes de China que se puede realizar una excursión de dos o tres días, o el buda más grande del mundo.

Pero aquí la mayor atracción turística está clara es el centro de investigación y de cría de pandas, existen unos 30 en todo el país, los dos más importantes son el cercano a Beijing, y este que se especializa en la reproducción de la especie. Pues acceder a él fácilmente en trasporte público, cogiendo el bus numero 1, que te lleva a la estación de autobuses del norte, y posteriormente el 87, o bien coger el 195 enfrente en Zoo bus estación, el coste por bus son 2 yuan. Entrada al parque 58 yuanes.

Con más de 20 ejemplares, puedes disfrutar de las peripecias de este extraño animal, el habitante más famoso de Chengdu y tesoro de China. En un hábitat natural con suficiente espacio libre, los pandas disfrutan de la vida que se les propicia como buenamente pueden, la visita es mejor realizarla por la mañana sobre las 9:30 que es su hora de comer, y la mejor época entre octubre y marzo, cuando el calor de esta húmeda región no castiga a sus seres.

La visita es ciertamente gratificante, ya que se puede disfrutar de estas criaturas, tan mitificadas a lo largo de los años de una forma casi libre, y tonar fotografías ciertamente enternecedoras de una de las especies en peligro de extinción más queridas del planeta.
No dejo de recordar la frase del maestro de kung-fu panda, que también tienen un detalle de esta película en el parque, que dice; “el pasado ya es historia, el futuro está por venir, el presente es un regalo por eso lleva ese nombre”. Enjoy your time.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Como Alicia en la madriguera del conejo

El Rey Mono

Un mundo sin máscaras